En estos tiempos de cafeteras de cápsulas que hacen el café en cuestión de segundos, a veces pienso que soy un marciano. Me gusta el café hecho a la antigua usanza, con tiempo. Moler los granos, que su aroma inunde toda la casa, echar el agua en la cafetera, rellenarla con la molienda, poner al fuego, estar pendiente para que no se queme y tomarlo en mi taza tranquilamente, sin azúcar.
Hace unos días estuve en Almazán, Soria. De allí es mi proveedor, entre otras cosas, de café. Importa los granos de medio mundo y los tuesta según tipo y calidad: Costa Rica, Guatemala, Colombia, Etiopía, etc.
De vez en cuando, trae cosas muy interesantes difíciles de encontrar en España. Esta vez, me proporcionó un kilo de uno de los mejores cafés del mundo: Yirgacheffe de Etiopía.
Es un arábica lavado, que crece a una altitud de entre 1.700 a 2.000 m aprox., muy aromático, con un sabor intenso y un toque muy dulce al final.
Y es un proveedor exclusivo? o es que se puede hacer pedidos?… 😉
Hola Tania, no es exclusivo, lo que ocurre es que no está metido en estas cosas de internet y es más de venta in situ. A veces, trae cosas muy interesantes desde el punto de vista gastronómico. Yo, como suelo ir allí, lo tengo fácil para comprar.
hmm, habrá que hacerte un encargo entonces 😉
la próxima vez que pase por el pueblo te aviso
Gracias! 🙂
Y yo pensando que era un raro haciéndole ascos a unas cápsulas de café mediocres y caras.