Aquellos maravillosos años en los que las vacaciones de verano duraban tres meses, recuerdo que los seis miembros de mi familia íbamos al pueblo, como piojos en costura, en el seat 1430 que “gastaba” por aquella época mi padre con las maletas, los zapatos, los abrigos por si acaso, los encargos de no se quién, los geranios de turno para que no se secaran, etc…
Eran viajes largos, interminables, muy distintos a los de hoy en día. Cruzar la Ribera Navarra en pleno julio, con su calor, los innumerables camiones, sin aire acondicionado, sin autovías ni variantes, pasando por el casco urbano de todos y cada uno de los pueblos hacía que el viaje fuera una experiencia eterna que, momentáneamente, se terminaba cuando llegábamos a comer a Los Abetos.
Aquello era el paraíso, pedías el primer plato y te dejaban el puchero en la mesa, con el segundo tres cuartos de lo mismo y con el postre, la locura. Una vez terminada la parada técnica, seguíamos el viaje ya dormidos para tranquilidad de nuestros padres.
Hace unos días, crucé de nuevo Navarra, ya por carreteras más modernas y de camino al pueblo vi el cartel de la fotografía. Me trajo buenos recuerdos.
Bonito recuerdo, Kike. Pero, ¿qué me dices de este otro?: al volver de esas vacaciones, a veces, dependiendo de la hora, en vez de comer en Los Abetos, atravesábamos Navarra de Sur a Norte para comer en Ventas de Ulzama…¡qué cuajada!, fuentes y fuentes de cuajada.
Si, aquello era otra dimensión. Otro dia haré un post al respecto
Yo al leer el post de Kike, me he acordado también de la cuajada. Gerar, me has pisado el comentario.
Rafa.
Ya llegará el post al respecto
Eran otros tiempos, viviamos de otra forma. También yo he disfrutado de la cuajada y de otras viandas en Ventas de Ulzama , ibamos expresamente a comer.
Nostalgia de otros tiempos, no sé si mejores, pero eramos mas jovenes
Saludos desde Donosti