Abril 2011. Recuerdo que la predicción del tiempo para Semana Santa era de lluvia en toda la península. Como tenía una semana completa de vacaciones, decidí escaparme donde hiciera sol. Salí desde Donosti hacia el norte, huyendo del mal tiempo, en dirección a Las Landas. Como me parecó que no tenía asegurado el buen tiempo seguí hacia Burdeos, luego a La Rochelle y terminé en la ile de Ré.
Lo primero que te sorprende es el acceso a la isla a través de un espectacular puente que la une con el continente. Es un trayecto en el que vas empezando a descubrir lo que te espera durante tu estancia de vacaciones. Las vistas son impresionantes.
Es un lugar tranquilo, de esos en los que el tiempo parece que va más despacio, con un montón de planes para hacer: rutas a pié, a caballo, en bici, vela, surf, talasoterapia, monumentos, etc.
Alojamiento. Hay una amplia gama de establecimientos de todos los niveles. Yo fui a una casa rural compartida en Rivedoux-Plage a un precio muy razonable con desyuno incluido en la que había un inglés, dos australianos y la familia que lo regentaba.
Gastronomía. Todos los días hay un mercado en cualquiera de los 10 pueblos de la isla con productos de huerta, especias, además son famosas sus ostras, pescados, salinas, chocolates, confituras caseras…
Os recomiendo ir, encarecidamente. Muchas veces nos vamos de vacaciones a sitios lejanos y no nos damos cuenta que, cerca de donde vivimos, hay auténticos paraísos.